martes, 10 de abril de 2012

La broma infinita: ¿Gunter Grass y Saramago neonazis?

Cuando vivía en Berlín había un tema que mis amigos jamás tocaban. O si se hacía, pasaba casi sin ruido y rápidamente alguien cambiaba de tercio. Mis amigos, votantes de los socialdemócratas del SPD cuando Oskar Lafontaine (actual dirigente de Die Linke) aún militaba en él, no tenían problemas en hablar de política, del Muro, del partido comunista o incluso de la STASI. De hecho, el padre de una mis mejores amigas formó parte de este "servicio de seguridad" del Este. Así, en estas charlas conocí bastantes anécdotas de la época en la que Berlín se hallaba dividido, como aquella argucia de preguntar a los niños del este qué tipo de reloj aparecía en los televisores cuando comenzaba el telediario. Si era digital, se estaba cazando la "prohibida" señal del oeste. Oh-oh-oh.

Por tanto, hablar de La vida de los otros no era problema. Tampoco de la 'ostalgie' de Good Bye Lenin. Ahora bien, las cosas cambiaban cuando aparecía en escena Israel y sus políticas. Como si fuera un flashazo llegado desde el pasado, de repente era de nuevo el Holocausto el que irrumpía en la conversación. Y con ello, un cierto sentimiento de culpa soterrado, que casi se sostenía en el aire, que nadie tocaba, pero que estaba ahí. Y yo, sinceramente, no lo podía comprender. Mis amigos, votantes de la izquierda, se mostraban de acuerdo con las pretensiones palestinas y podían criticar la fuerza israelí apoyada por el imperialismo yanqui, pero era casi de pasada. ¿Hablar mal de los judíos? ¿Un alemán? No, por favor, no me hagas esto, parecían suplicarme a veces.

En aquella época, hace ya diez años, las huellas del Holocausto en Berlín eran casi imperceptibles aunque aún quedaban retazos. Como ese coche de policía que siempre estaba en la Orianienburgstrasse delante de la sinagoga. Esta calle, en pleno centro, está en un barrio en el que antes de la guerra vivían bastantes judíos y de hecho, aún existían restos de tiros en las fachadas. Por aquel entonces también se había puesto muy de moda la novela El lector, de Bernhard Schlink, que después sería llevada al cine con Kate Winslet. Este libro, a fin de cuentas, de lo que hablaba es de la culpa de los alemanes y de la necesidad de pedir responsabilidades a todos aquellos alemanes que durante el Holocausto miraron para otro lado. Aquellos alemanes que en realidad habían sido muchísimos en los años treinta, como me confesó una compañera de clase, cuya abuela había votado al partido nazi para acabar desligándose totalmente de él tras la guerra. Por tanto, la culpa por la carnicería de los judíos aún seguía presente y de manera muy presente en la mentalidad de generaciones que ya casi ni podían recordar el Muro. Para mí, incomprensible.

Por tanto, cuando estos días he leído la noticia sobre el escritor Gunter Grass y el poema en el que critica a Israel no he podido por menos que sonreír. La famosa estrofa “¿Por qué solo ahora lo digo, envejecido y con mi última tinta: Israel, potencia nuclear, pone en peligro una paz mundial ya de por sí quebradiza?” dice exactamente lo que mis amigos nunca expresaron a pesar de que podían pensarlo según los razonamientos que hacían de Israel. Sin entrar en si es un buen o mal poema (otra polémica que he visto reflejada en las redes sociales), me pareció un gesto valiente, que rompe un mito y que normaliza a los alemanes.

Mucho mayor escandalosas que el poema y la frase en cuestión, me han parecido las reacciones al respecto. Primera, la de Israel tildando al Nobel de "persona non grata" y exigiendo que se le retire el premio (¿en qué planeta viven?). Segunda, la de Angela Merkel que apenas ha dicho nada sobre esta reacción de los israelíes. Tercera, la de los neonazis, alabando a Grass, por su torpeza de miras y su ignorancia (lo cual no es nada noticioso) y cuarta, la de la oposición alemana por volver a ser incapaz de romper con esa culpa y complejo. De hecho, han sido varios los que han recordado el pasado del autor de El tambor de hojalata como miembro de la Luftwaffe (¡con 17 años!). Sólo Die Linke (La Izquierda) y varios movimientos pacifistas alemanes dieron su apoyo a Grass. De nuevo, increíble.

Han pasado más de 70 años del Holocausto, de la barbaridad de los nazis con los judíos, y es increíble que Alemania siga apostando por películas y libros que se regodean en aquella masacre, en su culpa y responsabilidad sin poder expresar claramente lo que opinan de Israel y sin que un sencillo verso al respecto no sea tildado de antisemita. Como recordaba estos días en un artículo el corresponsal en Berlín de El País, fue el psicólogo Zvi Rex quien mejor reflejó el estigma alemán: “los alemanes nunca podrán perdonar Auschwitz a los judíos.". Algo que, por cierto, también dijo Saramago, al que también le cayó la losa de "persona non grata" cuando en 2002 comparó la política de Israel en los territorios ocupados con los campos de exterminio nazis de Auschwitz. Las librerías israelíes retiraron entonces todos los libros del portugués. Espero que no suceda lo mismo con los del alemán. Eso significaría que en diez años no hemos avanzado nada y que yo tampoco podría seguir hablando del tema con mis amigos alemanes.  

2 comentarios:

  1. Muy buena entrada...
    Lo que no deja de ser cínico es querer acusar a la ciudadanía alemana de "mirar para otro lado" durante el 3er Reich y hacer exactamente lo mismo en la actualidad con los palestinos, o peor: no sólo se mira a otro lado, si no que se vende armas a israel , mientras su gobierno masacra semana sí semana no a los palestinos, los mata de hambre con bloqueos que duran varios años, les roba tierras y recursos hídricos y mantiene a miles de secuestrados en sus cárceles sin juicio ni acusación... además los encarcela por muros de 12 mts y no pasa nada... Muchos de ellos llevan actualmente meses en huelga de hambre y aquí, en ntra. Europa cómplice, no nos interesa (eso sí, si algún cubano o iraní se pusiera en huelga de hambre, todos los días sería noticia) MUNDO HIPÓCRITA

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  2. por cierto, por si interesa a alguien la autocrítica, os propongo una web:
    http://www.autocritica.es

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