lunes, 16 de abril de 2012

Ignacio Latasa, el señor de los ebooks (que convenció a Carmen Balcells)

"Hay una demanda que no está cubriendo el mercado". El editor navarro Ignacio Latasa (Pamplona, 1969), autor de esta frase y creador de la librería digital y editorial Leer-e, es posiblemente uno de los mayores impulsores del libro electrónico en España. Fue en 2005 cuando se embarcó en un negocio que por entonces era tan raro como un almacén de ovnis y desde entonces ha ido creciendo y creciendo hasta crear una de las editoriales españolas más interesantes del entorno digital con presencia en todas las tiendas digitales (desde Amazon a La Casa del Libro.com). Un sello que cuenta incluso con el beneplácito de Carmen Balcells, la superagente que le ha dado los derechos digitales de sus amores del boom latinoamericano (y españoles: en total 400 títulos). Chapeau.

La semana pasada volví a coincidir con Latasa en la presentación de su nueva colección digital Ibuku en el que ha conseguido embarcar a siete agentes literarios que le han prestado 93 títulos de 36 autores. Fue allí donde remarcó la necesidad de cubrir una demanda existente. Y fue allí donde le pregunté cómo había logrado que una mamma como la Balcells le diera unos derechos digitales que no le había dado ni a Mondadori (la editorial que publica en papel a García Márquez) ni a Alfaguara (el sello que publica a Vargas Llosa). "Le gustó nuestra propuesta y ya llevamos trabajando juntos muchos años", me contestó taxativo. Supongo que hay algo más que la confianza, pero Latasa se calló prudentemente ante la posibilidad de que sus palabras acabaran en un lugar inadecuado.

En cualquier caso, lo cierto es que el editor tampoco me mintió del todo. Desde que le conozco, sus palabras y su estrategia empresarial siempre me han parecido que van por delante de las de las editoriales más tradicionales. Es verdad que hoy, con la llegada del gigante Amazon y con el acelerón en la venta de dispositivos Kindle (100.000 en las pasadas navidades, según datos de esta empresa) y iPads, ha habido una dinamización del mercado (cómo gusta últimamente esta expresión) y los sellos tradiciones ya se han lanzado a sus propias colecciones digitales (como Endebate, de Debate; Alfaguara Digital, Zafiro Ebooks, de Planeta, B de Books, de Ediciones B...). Sellos que se unen a otras propuestas más independientes como por ejemplo la editorial Musa a las 9. Hasta Círculo de Lectores cuenta desde febrero con su propio club digital, Booquo. Todo esto por no hablar del fenómeno de la autopublicación, negocio bullente gracias a las herramientas que proporciona Amazon.

No obstante, antes de que todo esto ocurriera Latasa ya había lanzado su editorial, y si volvemos al presente podemos observar que algunas de sus últimas ideas aún no existen en los brainstorming de las tradicionales. Ejemplos: hace un par de meses lanzó Libr-e, una colección digital que rescata libros descatalogados de autores como Nicolás Casariego, David Torres o José Ángel Mañas. "Cuando un libro se descataloga, los derechos revierten en los autores, que ven que no se explotan. Muchas editoriales antes decidían que esto no les interesaba", me dijo Latasa en este lanzamiento. Así, mientras el resto pasaba, él sí vio que ahí había negocio.

Otra visión diferente: el precio de los ebooks. El editor navarro siempre criticó la idea de colocar el libro electrónico al mismo precio que un libro en papel, aunque, desde luego, sabe por qué es así: "Es la herramienta que utilizan las grandes editoriales para que la cosa vaya despacio", me confesó hace un tiempo. Desde el inicio, él abogó por precios competitivos. De hecho, en Libr-e, los títulos cuestan 2,99 euros, una tendencia, que por otra parte, poco a poco está calando entre las grandes editoriales (en Endebate, por ejemplo, las crónicas periodísticas que se venden también están en torno a los dos euros), aunque otras como Alfaguara aún se mantengan en sus trece. Pilar Reyes, editora de este sello, me comentaba hace unas semanas por qué apenas se habían movido los precios de sus libros digitales: "Ahora estamos soltando las bases sobre cuál es el precio justo. Y hay que tener en cuenta que estamos llevando a cabo la digitalización con mucho cuidado, volviendo a corregir, leer…". Argumento inamovible, pero Latasa insiste: "Es importante que todo el mundo esté dispuesto a cambiar".

El tercer flanco que convierte a este editor en un pionero outsider es su querencia por mantener la cadena del libro a pesar de la llegada del digital. Es decir, contra los que dicen que la intermediación (distribución, librerías) está en las últimas, él sostiene que la función del agente, el editor y el canal de venta son imprescindibles. "Es muy importante que las librerías apuesten por este formato", señaló durante la presentación de Ibuku, colección cuyos libros ya están en todas las librerías online.

Latasa reconoce que después de muchos años avanzando en este terreno casi en soledad, ahora ya no camina solo. "Ha sido muy duro. Estamos en el principio del principio del principio. Hace falta paciencia porque aún queda mucho, pero todo el mundo tiene que ir por este camino", afirmó en este acto. Desde luego, su permanencia durante siete años en este negocio, el lanzamiento de Libr-e, de la colección Palabras Mayores y ahora de Ibuku refrendan que cuando se cree en una idea y esta tiene una buena estrategia, el agorero apocalipsis del que hablan algunos gurús sobre el futuro del libro no existe. Enhorabuena. Estén atentos a sus próximas acciones.




1 comentario:

  1. Muy interesante, de verdad, es como leerte de nuevo en Público. Siempre hay visionarios supongo, pero tengo la sensasión, por lo poco que he leído, que en este país las editoriales no se han puesto las pilas con esto de los e-books y esta entrada lo confirma. Gracias por ilustrarnos.
    Un abrazo

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