lunes, 26 de marzo de 2012

Sí, yo vivo en Mongolia

Influida por las redes sociales, ayer domingo bajé corriendo al kiosko para comprar la nueva  publicación que llevaba un par de horas pitando en mis oídos: 'Mongolia, revista satírica sin mensaje alguno'. Recorrí tres kioskos del barrio de Lavapiés. En todos se había acabado. Por suerte, antes de llegar a la estación de Atocha, un ejemplar pululaba en otro kiosko en medio de los manidos (sabidos, conocidos, apestosos, cansinos, machistas) dominicales. Solté los tres euritos que cuesta la publicación (es mensual y en papel) y me fui hacia el tren.

Durante todo el trayecto mis risas fueron estentóreas. Casi carcajadas. A veces notaba que la mujer que estaba sentada a mi lado me miraba como si yo estuviera poseída. Y, de alguna manera, lo estaba. 'Mongolia' busca el humor en aquello que, dicho de otra forma (y sufrido en carne propia), te daría unas tremendas ganas de llorar. 'Mongolia' intenta tomarse a guasa todo aquello que hoy nos está masacrando: el paro, la necesidad de salir fuera de España para conseguir un empleo medio digno (el titular 'España tiene una salida: Barajas' es enorme) o el triunfo de una derecha neoliberal capaz de adelgazar el Estado hasta límites anoréxicos. Mongolia es esta nueva España. Y yo sé que vivo en ella. JA-JA-JA.

Mientras pasaba las páginas y reía (confieso que con la historia del niño Marco sobre cómo perdió su dinero con la inversión  en el diario 'Público' para evitar su cierre casi me cae la lagrimita) llegué a la parte de la revista que se olvida del jijijaja para pegar una bofetada con información seria y veraz. Y en el primer número no se andan con rodeos: retrato robot de Ignacio Peláez, 'el abogado que acabó con Garzón' y toda la troupe de los jueces que firmaron la sentencia de culpabilidad, el funcionamiento del indulto en España y las presiones del diario 'El Mundo' a dos testigos protegidas del 11-M. Todo eso más tejemanejes de la monarquía. Nadie sale bien parado. Y aquí no hay intereses.

Cuando terminé de leer las 40 páginas (incluso el recortable de Camps en la contra) quise saber quién estaba detrás de este fregado así que me puse en contacto con el colega Fernandus Rapus, que algo de esto sabía, quien me pasó con Darío Adanti, el historietista argentino que también lleva las peronadas del fanzine 'Viernes peronistas'.

Darío me contó que el proyecto se había fraguado hace un año "como un proyecto entre amigos acorralados. Acorralados porque veíamos como se recortaban las libertades de prensa año a año por motivos absolutamente empresariales. Tal chiste mejor no lo publiques que se puede ofender tal, con el que la empresa está haciendo no sé qué. Tal artículo periodístico no lo publiques que se puede ofender tal y pascual con el que estamos cerrando un negocio. Tal historieta no la publiques que podemos tener problemas. Y así fuimos viendo como día a día, año a año se recortaba nuestra capacidad de expresarnos sin que nadie moviera un pelo". A modo de ejemplo me dijo que las revistas de hacía diez, quince años eran mucho más valientes y procaces que las de ahora. "La libertad de expresión está en franco retroceso, y no por una dictadura o un fascísmo, sino por el simple hecho de que la red inmensa de intereses empresariales la hacen imposible la libertad", insistió.

Con el objetivo de hacer la revista que a ellos les diera la gana se unieron seis colegas (el viejo lobo de la prensa cultural y el fanzinerismo Eduardo Bravo, el artista del papel impreso internacional Ferdinandus Rapús, está el editor Irresponsable y quijote Gonzalo Boyé, está el especialista en España para el periódico gratuito de Varsovia Jaume Ochirbat, está el especialista en contracultura Quelo VI y el propio Adanti) y con mucho esfuerzo (autofinanciación,  apoyo monetario de mucha gente antes de la salida de la revista a cambio de acciones ) lanzaron esta 'Mongolia', nombre que, por cierto, se coló a partir de un chiste: "En una cena uno de nosotros comentó que había leído en algún sitio que el voto de Mongolia había sido decisivo para que España entrara a la ONU. Así que otro remató: Pues si ellos nos metieron en esta, que vengan ahora ellos y nos saquen…", me confesó Darío. También les vino bien la metáfora del pueblo mongol, históricamente invadido por cuanto imperio lo rodeaba. "Manchuria, Japón y Rusia la invadieron en diferentes momentos históricos y la anexaron a sus territorios. Pero el pueblo mongol siempre resistió, mantuvo sus costumbres y no se dejó asimilar por los invasores. Mongolia es ejemplo de resistencia", añadió el historietista.

Precisamente, la cuestión de la resistencia está detrás de que la revista se publique en papel. Nada de una web online (de momento están en ello), nada de algo de andar por casa digital y facilón. Papel, papel. "Creemos que con esto de las nuevas tecnologías nos estamos volviendo un poco locos. Hemos alucinado con una herramienta que ya es fundamental para nuestras vidas, como es internet, pero hemos creado la nueva superstición de que internet acabará con todo lo otro. ¿No hemos perdido demasiadas cosas ya como para perder otros canales de comunicación? ¿No es mejor sumarlos que restarlos? Cada canal de comunicación que tenemos los ciudadanos tiene sus principios y no son reemplazables totalmente por otro canal de comunicación: son complementarios. Y a veces nos olvidamos los que tenemos la grandísima suerte de ser de clase media (por lo menos por ahora…) y de ser de determinadas generaciones, nos olvidamos, digo, de que hay un gran porcentaje de población que no sabe usar internet o que no tiene acceso a ella", señaló Darío. Y, además, me recordó de forma sarcástica que con algo habría que envolver los huevos y el pescado.  "¿Vamos a hacerlo con un i-pad? Hay viejas costumbres que es mejor mantener", recalcó.

Y esta es la historia. Hoy Mongolia se pone a la venta en Barcelona. Creo que ya está en todas las ciudades de España. Es un trabajo mensual cojonudo. Mete el dedo en la llaga en la que hay que meterlo. Y te ríes. Y eso es lo mejor que nos puede pasar ahora. Como le dije a Darío, yo ya soy fan. Mucha suerte chicos.


2 comentarios:

  1. La verdad es que parece bastante recomendable y el hecho de que se publique en papel la verdad es que supone un aliciente.

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  2. Yo me la he comprado hoy en Barcelona y la he devorado en el metro y en un café. A carcajada limpia, y a veces a carcajada sucia de zurraspas. Me ha encantado. Y me ha encantado encontrar tu blog.
    Besos

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