viernes, 16 de marzo de 2012

El Corazón de Julia y Loewe


Ayer estuve en la presentación de 'El corazón de Julia', un librito de 76 páginas (el diminutivo va por eso) escrito por Robert Juan Cantavella y Óscar Gual y autoeditado por ellos en Señor Pulpo ("un gesto", como dijo Cantavella,"en un momento en el que todos trabajamos para el diablo"). Fue en Tipos Infames (again), la librería que mejor ha sabido ver el concepto libros, vinos, presentaciones (y así voy saliendo de este atolladero).

En fin, a lo que iba. Sin haber leído aún el libro, hay varios puntos que me animan a hacerlo. Uno de ellos, que es delgadito. Basta ya de tochos (aún tengo 'Libertad' a medias). El otro, su intención: un corte de mangas a esa supuesta progresía que ha convertido el "ser de izquierdas" en un discurso de marca y en un anuncio de televisión. Los autores, al parecer, no se autocensuran y entre los personajes están los alter-egos de todos aquellos artistas que mis padres admiraron cuando tenían 20 años. Y que yo admiré. Y con los cuales yo crecí. Ya sabéis: Ana Belén, Víctor Manuel, Serrat etc etc.

Gual y Cantavella critican (bajo el envoltorio de una peli de zombis, toma ya) cómo ese artisteo progre (vaya palabra viejuna, por cierto) ha formado parte de la traslación del concepto Cultura al de Industria Cultural en el que ahora vivimos y del cual, por supuesto, tan bien se aprovecha la derecha neoliberal. Cómo, al final, para todos, lo que ha predominado es la pasta, la pasta y la pasta. No obstante, como esa lucecita del final del túnel, los autores, en sus páginas finales, dan lugar a la esperanza y relanzan la cultura, lo que de verdad es el arte, algo consustancial al ser humano y por tanto, imperecedero (hasta que todos nos vayamos a la mierda, claro).

En fin, al hablar de esto, ayer no pude menos que relacionarlo con el polémico anuncio de Loewe (249.824 visitas en dos días en Youtube) . Porque si rascamos en lo que, a primera vista, es una trivialidad (un grupo de veinteañeros diciendo chorradas tales como 'estar enamorado es super guay'), el publicista logra, de alguna manera, lo mismo que Cantavella y Gual en su libro: mostrar cómo la crítica de la izquierda se ha convertido en una auténtica banalidad, cómo ya no existe. ¿Por qué me parece esto? Bueno, los veinteañeros son los hijos/sobrinos de aquellos artistas que en los setenta y ochenta enarbolaron las banderas de la libertad, de la igualdad y el compromiso. La bandera del voto progresista, el rechazo a la OTAN etc etc. En fin, el publicista sabía muy bien lo que se hacía cuando escogió a estos chavales. ¿Se imaginan a aquella Ana Belén setentera diciendo que hacerse mayor es un rollo'? Pues a eso hemos llegado.

Voy a leer el libro.

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